Actualmente, estoy leyendo: "Elogio de la lentitud" de Carl Honoré.
Y es que si nos paramos a pensar, nos damos cuenta de aquello que vamos dejando en el camino: Los tulipanes que crecen en los huertos, los almendros en flor, la tristeza de un amigo, o la sonrisa de otro. Tantas cosas bellas por sentir, que se pierden como vamos dejando atrás el paisaje según vamos en tren.
Me encanta ir en tren. El tren está presente en mi Vida, todos los días. Cuando viajo en él, me evado, y comienzo a mirar el paisaje. Nada más bello que el viaje. El destino es el final, lo bello transcurre durante. Durante, leo, escucho música, comparto charla, miro a la nada.
Pues día a día, transcurre nuestra Vida. Dominada por la tiranía de las agujas del reloj, que, últimamente se empeñan en echar una carrera contrarreloj. La Vida va perdiendo su solidez, y convirtiéndose en Líquida. Todo fluye, nada se detiene, y si te detienes, te arrastran o ... te pierdes.
Y de esas cosas, habla este libro. De la lentitud en el trabajo, en el ocio, en el sexo, en las comidas, en las ciudades, en el cuerpo y la mente, en la medicina, y, por supuesto, en la educación.
Y lentamente, me dejo llevar por sus hojas, y sus capítulos. Y me doy cuenta de que es verdad: "Slow is beautiful".
Y hago balance, y decido seguir caminando, como buen andante. Al ritmo que me lleven mis pasos, mi Vida transcurre.
Un día me equivoqué de tren. En vez de irme a "La Villa de las Ferias" me fui a Palencia. Y descubrí:
La simpatía del interventor, aparentemente poco simpático. El humor de los taquilleros de la estación de RENFE en Palencia, que me dijeron que quizá no es que me hubiera equivocado, si no, que era el destino quien había intervenido.... Y tenía la suerte de tener a mi lado este libro. Él hizo que respirara profundo, me relajara, me dejara llevar y continuara mi caminar.
Os lo recomiendo.
¡Salud!